Deseando el calor de tu piel, me encuentro en la fría posteridad del amargo suelo poseído por el calor de un cuerpo que no es el tuyo, recorro en mi mente tus labios, que se posa sobre los míos… destilas amargas fragancias de muerte seca, pero en tu póstuma necesidad de vivir, está mi aliento de fuego que no llega a concretar ese deseo de fastidio que brota tan naturalmente.
Eres la calma en esta soledad tan insoportable, eres la compañía de una desventurada vida que se quema en cada minuto que marca el reloj en la pared que escogiste para ser etérea… entonces, te pregunto ¿en algún momento llegaras?... silencio, es la única respuesta a esta pútrida sensación de querer estar contigo y no poder conseguirlo… busco en ese baúl de los recuerdos, resquebrajado por aquella noche de demencia en que te sentí partir para siempre… busco un instante de alegría, que son pocos la verdad, pero lo busco para sentirme quizás en este momento menos miserable y sobre llevar esta desgracia que a veces olvido con el cuerpo de “esa” como creo que la llamas si bien te conozco… “esa”… que tanto te atormento y que después que te fuiste se volvió el rincón de mi cabeza… “esa” que no pregunta, que solo siente, ¿pero qué putas siente?... de mi solo está el reflejo de tu ausencia en su cuerpo, recorro ese cuerpo desnudo, descubriendo el tuyo ausente… descubro que “esa”… no eres tu… que mierda… que desgracia, pero gracias a “esa”… sigo aquí…
Sigo aquí, quizás esperando que regreses, solo yo lo sé, pero qué más da si caminas en un sendero nuevo y te pierdes en ese descubrir cosas nuevas… te asombras de tus sombras y de esa mierda que no tenemos ya… esa mierda de lógica que nos llevo a esto… a estar tu con otro y yo anhelando que “esa” seas tú… es una desgracia infinita en los brazos de extraños… es réquiem a un sentimiento.
Aquí me despido… con el amargo sabor de tu piel… descubierto en el sudor de “esa”…
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